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¿Astrología vs. la Iglesia Católica?: juventudes, política y religión en México

Por Andrés de la Peña
diciembre 8, 2021
en Entrevista, Periodismo
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¿Astrología vs. la Iglesia Católica?: juventudes, política y religión en México
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Arianne van Andel, especialista en teología, ecología y género conversa con ideario sobre la historia de la separación Iglesia-Estado en Latinoamérica, sobre lo que considera un gran movimiento de espiritualidad en las juventudes latinoamericanas y sobre lo que podría ser el futuro de la religión en México. 

Arianne van Andel es una teóloga ecofeminista neerlandesa, que trabaja desde Chile como Coordinadora de Capacitación en la organización “Otros Cruces”, una asociación civil relacionada con la experiencia espiritual y de fe. Tiene una perspectiva claramente innovadora sobre la religión: además de colaborar en múltiples organizaciones religiosas latinoamericanas, ha publicado activamente sobre la intersección entre la teología, las espiritualidades, la ecología y el género. 

En primera instancia, coincidimos por la coyuntura de la anulación de la elección municipal de San Pedro Tlaquepaque, cuando las declaraciones del cardenal Juan Sandoval Íñiguez contra Morena resultaron en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación mandara a organizar elecciones de nuevo. 

─Aquí se ha adoptado como un principio de progresismo la separación de iglesia y Estado, mientras que en otros Estados del Norte Global, que en algunos espacios latinoamericanos se miran con admiración, esa separación no es tan dura. Muchos presidentes estadounidenses se han jurado con la mano en la biblia y diciendo “with God as my witness”, mientras que en Europa hay partidos socialdemócratas donde el cristianismo viene en el nombre. Me parece curioso que en Latinoamérica se tome la laicidad del Estado como sinónimo de progresismo.

─¿Por qué en Latinoamérica es así? ¿En otros Estados la religiosidad no se ve como un principio del Estado positivo, como un consenso y como que un buen gobierno debe tener la religión de su gente?

─Creo que tiene mucho que ver con la historia de la religión en Latinoamérica en general —ella contesta—: viene con una historia de colonización, es impuesta […], no es una religiosidad que surge en este lugar, sino que es una religión que viene de Europa con toda una imposición de un modelo político y de una manera de vivir. Es por eso que la institucionalidad religiosa aquí aún tiene rasgos de colonialismo. 

Arianne hace distinciones muy claras entre religión e Iglesia, pero también habla de una gran diversidad incluso al interior de cada comunidad religiosa: 

—La idea de que hay una cultura católica [es falsa]. Por supuesto, la religión ha tenido una impresión muy fuerte en la cultura latinoamericana, pero eso tampoco es hegemónico […]. En Latinoamérica hubo una muy fuerte corriente, en los años setenta, de lucha por los derechos humanos desde el cristianismo [la teología de la liberación].

Ciertamente, en Latinoamérica hubo un momento donde el cristianismo representó una amenaza al poder del Estado y al autoritarismo, incluso llegando a formar o apoyar movimientos guerrilleros. Sin embargo, el momento presente enfatiza otras características de la religión latinoamericana: 

─La gente tiene esa costumbre de una religión que te cuenta qué tienes que hacer o a quién tienes que obedecer; esa dinámica colonizadora también es muy latinoamericana ─comenta Arianne—. Ha habido una tendencia de retroceso en la Iglesia Católica […]. El debate en la misma iglesia católica es fuerte en este momento sobre el lugar de las mujeres y sobre el medio ambiente […]. Mucha gente, con este retroceso, dejó a las iglesias. Las generaciones más jóvenes y los movimientos feministas salieron por este dolor de lo que les pasaba en una iglesia muy dogmática y hasta abusiva.

Y sin embargo, Arianne arguye, las generaciones jóvenes no han considerado algunas dimensiones dentro de su propia espiritualidad: 

─Hay una reacción, que es explicable, de la gente de decir “no más religión” o “nada más de religión”, o no nombrar a las propias espiritualidades “religiosidad”, o desvincularlas, y creo que eso es un profundo error, porque todos tenemos mucha necesidad de una espiritualidad.

»Toda la ritualidad que se está creando en los movimientos sociales, la manera en que se crea mística en los movimientos feministas, decimos que es otra cosa que no tiene nada que ver con religiosidad, mientras, tal vez, estamos reinventando ahí otras formas de comunidades que también son espirituales.

El efecto de esto es uno solo, explica: 

—Hemos dicho “eso no es religión” y con eso dejamos la religión en manos de la gente más conservadora, que han usado esto para decir “nosotros somos los únicos”. Entonces se presentan como la cristiandad, la manera de creer.

El llamado de Arianne invita a considerar el valor que tienen las nuevas espiritualidades juveniles como oposición a la iglesia que ya todos conocemos: «si las fuerzas de la izquierda no reconocen su propia espiritualidad como una forma legítima también […], ahí pierden, en ese sentido, ese debate». 

Ante esta propuesta, le pregunto a Arianne cuál es la diferencia entre solamente “orientaciones espirituales” o creencias y religión. ¿Qué hace que algo sea religión o solo espiritualidad?

─Esa es una muy buena pregunta y ese debate hay que darlo. Hay diferentes definiciones […]. Hay gente que dice que religiosidad tiene que ver con la institucionalidad […], ciertas reglas o ideas que hacen la identidad […]. Otra manera de definirlo es que tiene que ver con la trascendencia, con el vínculo que tenemos con algo que nos supera […]. Creo que es muy bueno que estamos despidiéndonos de una religión que se define a sí misma como la última verdad […], que dice lo que es verdad o cómo es el mundo.

Buscando profundizar sobre la postura de Arianne, le planteé una crítica que en México ha retumbado entre los movimientos sociales, esa de que la religión cristiana, por sus elementos más fundamentales y asuntos de discurso, está muy limitada en el nivel de cambio que puede tener (por ejemplo, si es posible un cristianismo que no sea patriarcal), o que ya hay una predisposición muy dura al tipo de construcciones que puede lograr.

Hay perspectivas que buscan una reinterpretación muy ad hoc de la narrativa cristiana, otras que deciden tomar solo algunos principios básicos, y otras más que consideran que la religión debe ser abandonada por completo. Además, hay diversas espiritualidades alternativas entre las juventudes mexicanas contemporáneas: cultos a santos muy específicos, sistemas de creencias que combinan creencias “paganas” con el catolicismo, astrología “a la antigua” o reinterpretada, agnosticismo escéptico, y muchas corrientes “mágicas”.

─¿Qué le dirías a una persona que te diga: los elementos discursivos fundamentales de las mayores religiones las vuelven irreconciliables con los principios feministas, o con los principios ecologistas? Por ejemplo porque la historia religiosa es masculinista, o porque hay una división alma-cuerpo que se vuelve una división humano-naturaleza que no empata con una visión ecologista.

─Primero contestaría que para mí sí es reconciliable. En mi trabajo y en mi persona me considero seguidora de Jesús y cristiana muy crítica. También diría que es verdad que toda la tradición cristiana es patriarcal en esencia porque se desarrolló en una sociedad patriarcal.

Explica que es posible construir voces e interpretaciones alternativas de cualquier tradición religiosa: «dentro de la tradición cristiana, y dentro de todas las tradiciones religiosas en el mundo, hay contracorrientes, hay discusión […]. Esa discusión es absolutamente necesaria ahora, en este mundo: ¿qué tipo de mundo queremos crear? ¿En qué creemos? ¿Creemos en el valor intrínseco de toda la vida? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué tipo de mundo nos imaginamos? —Y argumenta:— si no explicitamos eso, que estamos influenciados por esa u otra espiritualidad […], y si no explicitamos en qué creemos, se llena el vacío con lo que hay, y lo que hay es un sistema económico que está arrasando con el mundo, y este también tiene su narrativa y su “religión”; hay una religión del mercado, una religión del crecimiento.

Así, Arianne concluye sobre un horizonte de posibilidades más amplio para la religiosidad: 

—Si el movimiento feminista dice “tenemos otra narrativa”, tienen una narrativa […]. Tal vez mucho de lo que creen es muy parecido a las monjas feministas, que no se llamaron feministas, pero que trataron de estudiar para tener una posición para las mujeres en la época medieval; o a San Francisco, que dijo que todas las especies son hermanos y hermanas; o a Gandhi, o a Mandela, o a Martin Luther King que iba como bautista porque estaba en contra de la esclavitud.

Repunta sobre esto, dando mucho qué pensar: «hay mucha gente que ha cambiado estructuras injustas en la sociedad desde una narrativa de espiritualidad o religiosidad, y yo no quiero que eso quede en las manos de unos cuantos fundamentalistas».

De entrada, la propuesta de Arianne es clara: es importante comenzar discusiones políticas sobre espiritualidades alternativas. Es una dimensión más de la vida y está cargada de colonialismo, racismo, aporofobia, machismo y violencia. También es una dimensión que ha producido movimientos revolucionarios y que, aunque se minimiza desde la visión moderna, tiene un potencial de transformación enorme.

Creo que Arianne hace propuestas interesantes. Mis amistades más íntimas y yo compartimos no solo dinámicas emocionales, prácticas y políticas; también compartimos una dinámica explícitamente espiritual, lo cual ha llevado a algunas de las experiencias más valiosas, profundas y, sí, revolucionarias que he vivido con ellas. Sobre todo, me parece atinado lo que dijo: si no explicitamos en qué creemos, se llena el vacío con lo que hay.

Etiquetas_ espiritualidadizquierdamovimiento socialreligiosidadteología
Andrés de la Peña

Andrés de la Peña

Soy estudiante de Relaciones Internacionales y periodista freelancer. Escribo sobre temas sociales y desigualdad, aunque también investigo temáticas urbanas y medioambientales. Me gustan mucho la música y la escritura.

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