La zona de avenida Chapultepec ha tenido un vaivén en la historia tapatía. Es una muestra clara del péndulo caprichoso de los habitantes de esta comarca que nos acercamos o nos alejamos de colonias, barrios, parques, plazas comerciales y centros de diversión a contentillo de cada quien. Por momentos, Chapultepec ha gozado de gran aceptación, recibiendo a grandes flujos de paseantes y empleados dispuestos en sus amplios espacios para oficinas; fue uno de los ejes principalísimos y referentes del desarrollo inmobiliario que dio origen a las colonias Francesa, Americana, Moderna, Lafayette,Reforma y West End, a inicios del siglo XX y hasta entrada la primera mitad de esa centuria. Gran parte de esas colonias fueron proyectadas y construidas por los arquitectos Julio de la Peña, Luis Barragán, Aurelio Aceves, Pedro Urzúa, Ignacio Díaz Morales y Pedro Castellanos Lambey. Posterior a los años setenta se comenzó a presentar una reducción de los visitantes, comerciantes, trabajadores y habitantes de esa zona, lo que fue mostrando una cara de desolación, incluso de inseguridad.
Hoy por hoy, las políticas de gentrificación han dado resultado, y el polígono de Chapultepec no solamente vive un proceso de repoblamiento, sino que a partir de proyectos comerciales y culturales como el llamado paseo chapu, se ha resignificado como un punto de encuentro de los habitantes de distintas geografías tapatías. Es quizá el punto de reunión más diverso que tenemos en la ciudad. La gente de todos los estratos sociales acude a él desde cualquier municipio del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG).
Desde las seis de la tarde comienzan a llegar vendedoras y vendedores de todo lo imaginable (bueno, hasta de lo inimaginable), lo que no pensamos que podríamos encontrar, menos comprar. Y lo adquirimos. Es sábado por la noche, aunque es mitad de quincena y la lluvia amenaza con caer, (finalmente fue compasiva y no llovió) los compradores y curiosos han comenzado a llegar. El tianguis de chapu es una mezcla de puestos de artesanías, antigüedades, arte, ropa, textiles, bisutería, joyería de plata, piedras para todas las necesidades energéticas y espirituales, fósiles, libros usados, inciensos, servicio de masajes, pájaros de la suerte esperando el pago para sacar los “papelitos” que delinearán el porvenir, tableros de ajedrez donde queda prohibido tomar fotografías (ignoro la razón), clases de baile y de arpa donde “te prestan el instrumento” y las infaltables cactáceas (muchas personas en algún momento adquirimos una) sembradas en un amplio universo de macetas cada vez más elaboradas. En ocasiones pagamos más por la maceta que por la planta.
Todo el tendal comercial se esparce sobre el camellón de la avenida, iniciando al pie de Horizontes Chapultepec a una cuadra de la glorieta de las y los desaparecidos (antes de los Niños Héroes) hasta la avenida Hidalgo. La vendimia es flanqueada por bares, cantinas, antros, restoranes, librerías. El puesterío del camellón se levantará a las once y media de la noche, en tanto varios antros cerrarán hasta entrada la madrugada.
El cuadrante de Chapultepec tiene sus orillas claramente delineadas por cuatro importantes arterias: al oriente, Enrique Díaz de León; al poniente, Américas; al norte, avenida México y al sur, Washington. El estilo arquitectónico de muchas casas que han librado el paso del tiempo y la destrucción en aras de la “modernización” muestran las características de la arquitectura afrancesada de tiempos de la dictadura porfiriana. De entre los vestigios de antiguos chalets y casas de campo de la clase pudiente tapatía que evitaron sucumbir, se levantan varias torres de departamentos que han permitido el retorno de habitantes al lugar, en medio del cambio de urbanización horizontal a vertical.
Al trote de la antigua avenida Lafayette, nombrada así en honor del francés Gilbert du Motier, marqués de La Fayette, quien peleó a favor de la independencia de Estados Unidos, van apareciendo entre nosotros las esculturas que recuerdan a los cadetes del Colegio Militar que sucumbieron ante la invasión estadunidense de 1847 atrincherados en el Castillo de Chapultepec hasta su derrota final: Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca, Francisco Márquez, Juan de la Barrera, Juan Escutia y Vicente Suárez.
En 2004, durante la administración municipal del panista Emilio González Márquez, arrancó el proyecto paseo Chapultepec. La idea inicial fue instalar un corredor cultural. Al paso de los años, la gente se apropió del proyecto y hoy es un referente en las dinámicas del fin de semana de la población del AMG.
Al sur de chapu nos recibe una exposición-homenaje a la artista tapatía, Jazmín Velasco, las mamparas con información de la obra en cuestión, son la antesala a las clases de salsa sabatinas. Es un grupo diferente al de entre semana que baila frente al Rincón de los Rumberos. Al norte del paseo, la bailada que se mira es la que realizan varios jóvenes recordando el Breic Dans ochentero.
En todo momento el camellón es flanqueado por las decenas de opciones culinarias ofrecidas por restoranes grandes y pequeños. La disputa por la clientela es feroz, la atracción de los comensales la decide la calidad de sus cartas y los precios de sus platillos y bebidas. La disputa por la clientela también se lleva a cabo con los varios puestos de comida colocados en los cruces de calles y avenidas del paseo. Las opciones superan a la demanda: comidas de todos los estilos, bebidas para todos los gustos, ambientes para todas las necesidades, precios para todos los bolsillos; sin importar el flujo de comensales, cada sábado por la noche la capacidad instalada de mesas en antros y restoranes es superior a la demanda. Esto es resultado no solo de la pandemia, sino de la gran cantidad de negocios que ofrecen sus productos en Chapultepec. La poca posibilidad de comer en el camellón provoca que los andarines terminen atrincherados en bares y restoranes a un costado de la vendimia.
Junto a los puestos del camellón se monta en la Casa Cem un bazar conocido como “Bazar Eco Sustentable”, el costo por montar un puesto en ese lugar es de 450 pesos por noche. A punto de ingresar a ese lugar, desde el interior de una cervecería se escucha a Bronco, el gigante de América, entonando Adoro del maestro Armando Manzanero. El ambiente cervecero y botanero invita a pasar.
Hasta las nueve de la noche comienzan a llegar las personas encargadas de los filtros sanitarios y ofrecer gel a los visitantes. Antes de eso, solo se miran botellas de gel amarradas a tubos en las cabeceras del camellón.
Al paso de los años, los libreros de viejo en Guadalajara han ido ganando espacio en paseo Chapultepec. Cada sábado la oferta de libros crece y los precios de venta disminuyen. Se encuentra de todo, y con un poco de paciencia y buena vista es posible localizar obras esenciales de la literatura, el arte, la historia, la filosofía o la arquitectura. Desde luego, no faltan los ejemplares que hacen referencia a nuestra capital tapatía.
Luego de tres vueltas completas al paseo chapu y observar con detenimiento el universo de mercancías ofrecidas, es tiempo de descansar al margen del camellón mientras la afluencia de visitantes no parece detenerse.