«Lleva tu blusa, ¡te la muestro, tengo tallas!, o un rebozo todo bordado a mano, también tengo maletas para guardar su ropa, en $300, hasta en $180 se la dejo”
“¡Llévalo!, un llaverito, una pulsera, llévalo para tus amigas, o regálame un rambután o unas palomitas porque no he comido nada o ¿me regalas una moneda?”. “¿Elotes?, anímese, están calientitos”. “Lleva tu blusa, ¡te la muestro, tengo tallas!, o un rebozo todo bordado a mano, también tengo maletas para guardar su ropa, en $300, hasta en $180 se la dejo”.
Mujeres de todas las edades se acercan a vender todo lo que traen cargando en sus brazos y muchas de ellas suman a ese montón de cosas 2 hijos, uno detrás de ella que se mueve como su sombra y otro en la espalda sujeto con un rebozo. Otras mujeres tienen un espacio en el mercado o en la banqueta donde doblan y desdoblan las colchas que presumen ser de telar de cintura, una artesanía que diez de diez es regateada por los turistas, que gracias a la pandemia han detenido sus planes de viajar al sur del país para conocer y dejar algunos pesos con estas mujeres que con una mirada de desesperación te ruegan que les compres.
En el conteo del INEGI de 2015 se mostró que hay 85 hombres por cada 100 mujeres en el municipio de Chamula; niñas, adultas, casadas, solteras, con hijos o no, con estudios o analfabetas, sin agua potable o con pisos de tierra en su vivienda, de cualquier modo, estas mujeres se forman en primera fila frente a cualquier adversidad para ganarse el bocado que llevarán a su boca ese día.






