Mauro Samaniego es uno de los cantautores más reconocidos en la escena musical ecuatoriana. En conjunto con amigos, funda en 2012 la banda Da Pawn, que lanza su primer EP, El peón, en 2015, que no tardaría en convertirse en uno de los discos parteaguas en la movida artística del Ecuador. A esta primera aparición, de sonidos acústicos cercanos al folk, le sigue Verano en coma, en 2016. Este último, que adopta sonoridades diferentes con una inclinación más hacia el pop, llevó a la banda a recorrer el país y a presentarse por primera vez en escenarios internacionales. Sería en 2018 que la banda lanza su último disco hasta la fecha, Pistola de balín, que, entre otras cosas, representa una evolución artística en su trayectoria, y, en palabras de Mauro, un proyecto de liberación.
Es, además, el vocalista y la guitarra de Tripulación de Osos, sin duda otra de las bandas de mayor resonancia en el Ecuador de los últimos años.
Como solista, Mauro ha trabajado tres sencillos: Maratón, Sangre viva, y Juventud. Éstas canciones forman parte de un disco de larga duración que se había previsto para el 2020, aunque su lanzamiento se ha visto aplazado indefinidamente a causa de la pandemia.
El pasado 14 de agosto, no obstante, Mauro nos entrega el esbozo de un nuevo proyecto con la aparición del sencillo Canicas, bajo la flamante propuesta de sello musical, Club de Pesca, que promete ser un espacio polifónico para dar cabida a diversos proyectos musicales en Ecuador y América Latina. Si bien una primera versión de este tema fue conocida por sus seguidores desde el 2015, el cantautor nos ha brindado de ella su forma final. Sería el primer sencillo de un nuevo disco que se avizora en los próximos meses. Es a propósito del lanzamiento de Canicas que ve la luz esta cálida conversación con uno de los artistas jóvenes de mayor relevancia en la actualidad musical de nuestro continente.
Nos sentamos a conversar con Mauro Samaniego una tarde fría en el Quito de la pre-pandemia, a mediados de enero. Para entonces los planes de lo que sería el 2020 estaban frescos todavía, y todo parecía posible. Antes de comenzar la grabación, Mauro me revela la intención de lanzar su proyecto solista desde la Ciudad de México, en busca de ensanchar el circuito en el que su música se mueve partiendo de otras latitudes. Éste y otros planes se vieron interferidos por la pandemia y el encierro en el que ésta devendría. A pesar de que los cronogramas cambien y los proyectos se vean aplazados, Mauro no ha cesado en su actividad creativa, y sigue fascinando a su audiencia con cada nueva canción.
A su producción artística le viene como anillo al dedo los preceptos de Nietzsche: “En el peligro de la voluntad, el arte avanza como un dios salvador que trae el bálsamo saludable: él sólo tiene el poder de transmutar el hastío en imágenes que ayudan a soportar la vida”.
La voz de Mauro Samaniego es una pieza fundamental en la banda sonora de la vida de miles de personas que lo escuchan. A continuación, el testimonio artístico de Mauro Samaniego, un músico a carta cabal.
Mateo Febres Guzmán: ¿Qué sensación te provoca haber pasado de escenarios íntimos como la Butaca 52 de la Floresta (Quito) a ocupar tarimas internacionales como el Estéreo Picnic de Bogotá o la FIMPRO en Guadalajara?
Mauro Samaniego: Ha sido una mezcla de sensaciones. Por un lado, uno siempre espera que sea increíble, y en parte lo es, pero también en el transcurso me di cuenta de que soy más un artista de escenarios chicos, es donde más me siento cómodo, porque permite una mayor interacción con el público. Mientras crecíamos fuimos pensando si realmente nos gustaba, porque cuando uno crece adquiere más responsabilidad mediática, trabajas con marcas, necesitas más plata, entras a un mecanismo de marketing y cosas que al menos con Da Pawn no fluyó. Es una banda que colectivamente está más pegada a lo artístico. Y en lo personal, es por lo que empecé mi proyecto solista. Obviamente es algo increíble, pero me ha ayudado a saber qué clase de artista quiero ser, hacia qué audiencias me quiero dirigir, y ha sido todo un desarrollo en eso.
MFG: ¿Te encuentras constantemente con un sentimiento de añoranza por esos momentos iniciales de tu carrera?
MS: Yo creo que soy un tipo sumamente nostálgico. Estoy emocionado por lo que se viene, pero también me gusta recordar y revivir momentos de mi vida para aprender y reflexionar. Hay veces en que me meto demasiado en el pasado, y es algo negativo de mi personalidad, pero también hay el lado positivo; valorar lo que hemos vivido en los lugares en los que hemos estado.
MFG: ¿Extrañas el calor de La Butaca?
MS: Obvio. Era bacán. Extraño la Butaca, el Pobre Diablo, el Portón Verde, todos los lugares en donde empezamos a tocar. Creo que fue un tiempo súper especial no solo para mí sino para la audiencia y la escena musical aquí. Cuando había esos lugares no había Carpazos, Funka Fest, y otros festivales…
MFG: Y el setlist lo iba sacando el público de una pecera con papeles…
MS: Sí (ríe). Son momentos que me gusta recordar. De ahí nació no solo nuestra música, sino también el gusto colectivo de escuchar música local, que antes era tal vez más extraño.
MFG: A propósito de la juventud, has mencionado que de vez en cuando sientes una nostalgia por no haber hecho ciertas cosas cuando eras más joven. ¿Qué te hubiera gustado hacer que no hiciste, o en qué hubieras querido pasar más tiempo y no lo hiciste?
MS: Es complejo. Creo que todos tenemos personas con las que hubiéramos querido pasar más tiempo, o relaciones que cortar antes que duraron demasiado. Es algo que no solamente habla de mí; lo importante de esa temática es que a todos nos pasa. Cuando se muere un familiar uno siempre dice, chuta, debí haber pasado más tiempo. Y hay este sentimiento nostálgico de haber querido hacer las cosas un poco mejor.
MFG: ¿Cómo ayudó Juventud para canalizar todo esto?
MS: Haber construido el mundo para ese tema, con el video y con todo, me ayudó a entender esto. Y eso me pasa mucho cuando escribo canciones, escribo de cosas que sé que tienen un peso de contenido bastante fuerte que no sé realmente explicar, y tengo que ir descubriendo en el proceso de creación.
MFG: ¿En el proceso y también después? ¿O solamente mientras dura el proceso creativo?
MS: A veces después. A mí la música se me revela en momentos inesperados. Se me ha revelado en sueños, se me ha revelado mientras me baño… son cosas que las voy trabajando, que tienen que existir sin saber aún por qué. Me pasó con un tema que se llama El colchón. Ese tema se terminó, y yo tuve que escribir un último pedazo al final, después de haberlo terminado. Es un extracto que no entendí sino hasta mucho después. Hablaba sobre una relación que yo tuve, que describía una emoción muy fuerte que te atrapaba, pero que inconscientemente me decía que tenía que dejarlo ir. Me di cuenta mucho después.
MFG: ¿Hay alguna tocada que recuerdes con cariño especial, que sobresalga?
MS: Hay full. Me encantó una que tuvimos en el Strawberry Fields, que fue el segundo concierto que tuvimos con Da Pawn. Con la Tripulación de Osos hemos tenido conciertos increíbles, súper rockeros, en donde casi me vuelan el ojo de un mangazo de guitarra en un escenario muy pequeño, o más recientemente estuve abriendo el concierto de Mateo Kingman con unos panas y fue también muy especial, porque cuando le presentas un proyecto desconocido a alguien, creo que es el sentimiento más puro que existe; si ya presento una canción conocida, el público es más permisivo con lo que pueda pasar. Si presento algo que es nuevo, no se siente ese tipo de permiso. La primera impresión es lo más valioso que se puede entregar.
MFG: En 1965, Bob Dylan se pasó del sonido acústico al sonido eléctrico, y lo acusaron de traidor. ¿De qué manera crees que influyen las expectativas de la audiencia en las canciones?
MS: Uno intenta que no influya, pero es algo inevitable, especialmente en un circuito tan chiquito como el de acá. Te sientes más vulnerable. Si el día de mañana decido tener una banda en la que yo me visto de tal o cual manera, siempre habrá quien la rechace y diga: “no, este man no es así”. Creo que a cualquier artista le pasa. No sé si es algo negativo o positivo, pero a la hora de crear y de hacer que las ideas fluyan es algo de lo que he tenido que zafarme un poco. Cuando salió la Tri, escuchaba muchos comentarios del tipo: “y este man que se hace el rockero”, y cosas así. Uno debe intentar ser fuerte y que esas cosas te resbalen, porque por más que no vas a dejar de ser tú mismo, obviamente te pica. No hay que dejarse joder, y una de las cosas que he aprendido como artista es que tienes que mantenerlo real, pase lo que pase.
MFG: Entre tus influencias musicales se rescatan a los Beatles, Byrds, LCD Sound System, Strokes. ¿Destacas alguna influencia lírica al momento de escribir? ¿Tienes algún libro favorito?
MS: La verdad… no (ríe). Esto es algo de lo que me avergüenzo, pero yo no he sido un gran lector. No creo que tengo una influencia literaria. Yo he sido más un tipo que ha escuchado música, que se ha visto influenciado por liricistas, como Dylan, como Lennon, como Kurt Cobain, o Chico Buarque…
MFG: En algún momento leí en redes sociales que decías que estaría bueno ver una de Rápidos y Furiosos en Guayaquil. ¿Cuáles son tus películas favoritas?
MS: Yo soy súper Hollywoodense. Para mí es chistoso porque veo a los cineastas que se toman muy en serio el cine, y trabajan contenidos bastante pesados en el cine, pero de ahí les ves en el Selina bailando reguetón (ríe), eso me pasó hace unas dos semanas en el estreno de la película Panamá. Yo, del otro lado, me tomo la música muy en serio, mientras que al cine lo tengo en un lugar de entretenimiento en mi vida, como algo más ligero, un poco a la inversa de los cineastas. Me gusta mucho El padrino, me gustan las de Tarantino. Mi pelada me molesta porque me encanta ver estas películas gringas súper estúpidas a veces, cuando ya solo quiero desconectar mi cabeza y no pensar en nada un domingo. Hace poco volví a ver La naranja mecánica, que me gusta mucho verla una y otra vez.
MFG: Sobre Da Pawn: ¿Quién es el peón? ¿Qué es el peón?
MS: El peón es una idea abstracta para mí. Estaba solo cuando lo hice, y no estaba listo para ser solista, ni tampoco pretendía serlo. Era muy fan de bandas grandes, con mucha gente en el escenario dándolo todo, y mi posición de estar solo en Argentina no me permitía eso. Entonces el peón era una idea de tener esta entidad de mucha gente creando una energía específica. Puse ese nombre porque el personaje del peón salía en mi vida de muchas maneras en ese tiempo. Había escuchado a un artista noruego que se llama Thomas Dybdahl, que tiene una canción que se llama Maury the pawn, entonces mis amigos de Tótem me empezaron a decir “Maury the pawn”, y se quedó, pero en el núcleo musical, no en el mundo de los panas. Luego escuché un disco de Fiona Apple que se llama When the pawn hits the conflict, he thinks like a king, repitiendo la imagen del peón. Y en esa época de conflicto y soledad, esa fue una frase que hizo clic en mi cabeza, con lo que estaba haciendo y lo que quería hacer. Le puse ese nombre, y nunca pensé que iba a llegar a algo; si es que hubiera sabido que se iba a hacer una banda tan grande capaz lo hubiera pensado mejor, no es que me encante, pero el significado me parece bacán.
MFG: ¿Qué pasó con Verano en coma? En una entrevista viejísima en Soundcloud decías que a Ballenas de ruido le tienes un cariño muy especial. Después sale Pistola de balín, y mencionas una especie de hartazgo con el disco anterior. ¿De qué manera ese hartazgo fue clave para la génesis de Pistola de balín?
MS: Yo creo que Verano en coma más que un disco es una etapa de la banda. Una etapa en la que sucedió todo esto que te dije inicialmente de aprovechar el potencial de la banda. Cuando nació Verano en coma sentíamos que todos los ojos estaban puestos en nosotros; esta banda que capaz podía despegar internacionalmente, que logró conectar el mundo alternativo con algo más popular. Claramente es un disco más pop. Empezamos a trabajar con un manager, con una estructura de empresa para poder lograr lo que nos propusimos, y se logró. Todo lo que nos propusimos se logró. El experimento fue positivo; lo que no fue positivo fue darnos cuenta de que no éramos nosotros, y no era lo que queríamos perseguir. La banda empezó a girar en términos económicos, tocar significaba también hacer plata, y se tornó un poco nocivo. Llegó un punto en que la amistad, a flor de piel, empezó a presentar algunos roces, y lo que queríamos era parar. Yo quería parar. Se necesitaba replantear ciertas cosas, y en ese momento justo nos salió el viaje a México, y nos dimos cuenta de que no podíamos parar. Y yo dije: “o paramos, o reconstruimos esta huevada, porque yo no quiero seguir así”. Quería hacer un disco que fuera exactamente lo que yo quería, que rompiera todas las putas reglas de lo que la gente percibe como Da Pawn, y ya no ser esta banda, que si yo fuera audiencia tal vez no la hubiera escuchado en ese momento específico.
MFG: Esto cambió con Pistola de balín.
MS: Cambió. De repente se volvió una banda con una audiencia juvenil, y yo ya tenía casi treinta años, queriendo hacer algo que me hable más a mí mismo y mis contemporáneos; había la necesidad de hablar a un público que se identifique más directamente con la propuesta. Que sea más avezado, que te diga algo fuerte, que no sea algo hecho necesariamente para que a la gente le guste. Ése ya no era el principal objetivo; había que cambiar el proyecto desde nuestra perspectiva como banda. Entonces hicimos Pistola de balín recopilando temas que yo tenía guardados, por eso se hizo en un mes. De hecho, Voces difusas tenía que haber estado en Verano en coma, pero nuestro productor no nos dejó incluirla. Fueron composiciones valiosas para mí, que tenían esta actitud que yo necesitaba que la banda tenga y que expresaran cómo me sentía en ese momento, y que sea simplemente un disco con buena música, por eso también es un disco largo. Nos encontramos con preguntas del tipo: ¿no será de lanzar un sencillo? No. Esto es un disco. La gente tiene que tripearlo como un disco, y si no les gusta, que no lo escuchen. Esa fue la actitud de Pistola de balín: regresar a ser esta banda que se rija por hacer buena música, música diferente y especial. Hay gente que se sensibiliza con esa sensación, y lo recibió bien. Hubo otra gente que no. Pero esos son los trabajos que a mí me gustan, trabajos que los odias o los amas, sin medias tintas.
MFG: Para mí Cometas es una canción muy especial. Me produce una melancolía por las cosas que han pasado, y a la vez una fuerte dosis de alegría…
MS: Siento que esa es la perfecta medida para describir cómo soy yo. Es el sentimiento de estar feliz, pero a la final sentir este gran azul ahí adentro.
MFG: ¿Hay una canción en el disco que prefieras?
MS: A mí me encanta Pistola. Me encanta el concepto, la letra, cómo suena, cómo se desarrolla. Es un tema que es justamente una patada en la cara, que es lo que yo quería hacer. Me encanta Gelatina, que es una de las canciones favoritas que he hecho en mi vida, y no es ni siquiera una que pidan mucho en conciertos, pero ese tema a mí me encanta.
MFG: En el 2017 hicieron una gira por Ecuador y por algunas ciudades de Colombia. ¿Con qué país te encontraste en esos días?
MS: Siento que en el país del 2017 había una euforia; ir a ver las bandas con las que realmente la gente se conectaba, y por eso era posible hacer giras así. Actualmente yo creo que ya no se podría dar algo así tan fácilmente, y eso es algo que me molesta mucho de la actualidad en el Ecuador; percibo que las tendencias e intereses de la gente cambian muy rápido. No podemos construir nada sólido si es que vivimos de una moda todo el tiempo. Es duro para la gente que está construyendo algo a largo plazo, porque estamos ofreciendo arte que hoy está y mañana no. Eso es algo que sí me molesta. Siento que la cultura aquí a veces se disfraza de modas. En las ciudades chiquitas del país hicieron muchos festivales que fracasaron porque no tenían escenas locales consolidadas; creo que es necesario desarrollar y fortalecer las pequeñas escenas locales en cada ciudad, crear más lugares donde se pueda tocar y ver música en vivo, generar un diálogo entre los artistas y la audiencia. Si no tienes eso, la relación entre los artistas y el público se vuelve frágil y dependemos completamente de ponernos de moda, si es que tenemos esa suerte. Como audiencia también sería bueno volvernos un poco más conscientes sobre lo que realmente nos nutre, y filtrar un poco toda esa avalancha de información que nos llega de los medios. Es algo en lo que me gusta reflexionar.
MFG: ¿Cómo manejas esa frustración?
MS: Actualmente yo siento que sí me he aislado un poco a mi trabajo. No me conecto mucho con lo que está pasando en Quito en cuestión social. Ahora hay una movida bastante… no sé. No me voy a meter en eso (ríe).
MFG: ¿Una movida musical?
MS: Ni siquiera una movida musical sino social, que está bien intencionada, pero que está completamente dogmatizada y sí la encuentro hasta cierto punto totalitaria. Por eso yo siento que ahora ya no hay muchas opciones. Afuera, sales a una fiesta, y hay el mismo tipo de música, con el mismo tipo de discurso, y las mismas posturas, con las que a la final no me conecto porque yo sí creo en la individualidad, y creo que debe haber diversidad. Diversidad de pensamiento, de música, y de espacios, entonces simplemente ahorita solo trabajo un montón.
MFG: Entonces, ¿tú crees que para que se consolide una democratización de estos espacios en la sociedad es cuestión de seguir construyendo una escena fuerte?
MS: Yo creo realmente en perseguir y en consumir lo que me va a hacer bien a mí, y en lo que me va a nutrir y hacer crecer. No estoy en una etapa de mi vida en la que quiero hacer algo por ocio, o hacerlo sin razón alguna. Intento vivir en un estado mental consciente de lo que entra a mi cabeza.
Siento que colectivamente estamos en una fase de anestesia, recubierta de discursos positivos que no avanzan. Me gustaría ver más diversidad en la movida cultural, que creo que ha perdido un poco de viada en los últimos años. Es más difícil conseguir hoy un enganche entre las nuevas bandas, que sí las hay, y la audiencia. Todo lo que se venía construyendo se cortó, y sí me pongo a pensar por qué. Es una discusión compleja, en la que seguramente habrá un montón de puntos de vista en ese sentido, pero para mí es simplemente el hecho de que si queremos que la cultura sea más importante en el lugar en que vivimos, hay que prestar atención a ciertos puntos que estamos ignorando y que hacen que no se pueda. Contradicciones, y un montón de cosas.
MFG: ¿Cuál crees que es el rol del artista en tiempos como éstos, de convulsión política y social?
MS: Convulsión social y política… no sé. Eso es algo en lo que medito mucho también, porque yo siento que en Latinoamérica hay una obligación impuesta por la gente de que el artista se pronuncie, y que tome una postura política, y que de alguna manera se convierta en un vocero y en un personaje político. Eso es algo que a mí no me parece. Es algo estrictamente nuestro, de Latinoamérica. Cuando ves en Estados Unidos y en Europa, y en otros lugares del mundo, sí hay artistas que hacen todo eso y hay artistas que no. El artista tiene distintas funciones, el artista definitivamente puede ser un vocero político si así lo siente y si es que es una cosa honesta, pero no por imposición. Hay artistas que simplemente son grandes entretenedores. Similar a la forma en la que yo recuerdo, por ejemplo, a Cantinflas. Un artista también puede ser alguien que simplemente hace feliz a la gente. No necesariamente porque soy cantante tengo que salir a una marcha, porque tal vez no es mi posición, tal vez mi función como artista es otra, me entiendes. Es otra cosa que tenemos que darnos cuenta, porque tal vez estamos atribuyendo responsabilidades que no necesariamente son. Yo sí exijo a los artistas que admiro que sean completamente reales a sí mismos.
MFG: ¿Aun cuando esto involucre un posicionamiento político explícito y claro?
MS: Sí, totalmente, yo admiro eso, yo admiro a un artista que no tenga miedo a decir lo que piensa. Como Morrisey; Morrisey está aparentemente alineado con la derecha, y yo respeto eso mucho. No soy de derecha, pero respeto eso, y se conecta un poco con lo que hablábamos antes, que ahorita vivimos una etapa difícil, en la que estamos disfrazados de freedom of speech, estamos disfrazados de querer el progreso para todo el mundo, pero cuidado dices que eres de derecha porque te vamos a cagar. Eso a mí no me parece. Me parece que tenemos que exigir más que nada una transparencia y una honestidad del artista. Entonces es la audiencia quien decide si está o no alineada con esas posturas, y si éstas afectan la forma en la que el arte se percibe. Quizás si yo fuera un tipo súper político, tal vez el hecho de que Morrisey sea de derecha y yo de izquierda me afecte. Pero no podemos estar cerrados, tenemos que dejar a la gente ser y dejar a la gente hablar.
MFG: Te quería preguntar por tres canciones específicas que no están en los discos: Canicas, Holograma, y Nunca Más. ¿Qué sientes por estas canciones?
MS: Esas tres canciones tienen un lugar que todavía está sin resolver. Siento que son muy especiales, muy potentes, de mucha fuerza. Pero no he logrado resolverlas, por eso no han salido. No las veo como canciones de Da Pawn; hemos intentado tocar en vivo Holograma, pero nunca se sintió como una canción de la banda. Yo no fuerzo eso nunca. Cuando una canción todavía no tiene que existir, todavía no existe. Pero son canciones que son muy personales. En mi disco solista va a salir una canción que ensayamos con Da Pawn y que tampoco se sintió ese cierre, entonces la saqué de ahí y ahora saldrá como una canción solamente mía, y es refrescante tener este espacio en donde yo puedo explorar cosas que son muy fuertes para mí pero que no logro que conecten con las demás personas con quien toco. He pensado en recuperar esos temas para este proyecto, y tal vez en algún punto suceda.
MFG: Si tuvieras que quedarte con una canción de todas las que has escrito, ¿escogerías una?
MS: No escogería, porque a la final ninguna está por encima de la otra, todas tienen algo súper especial. Cambio de tonalidad es la canción más heavy de Da Pawn, porque nos abrió bastantes puertas. Pero hasta ahí. De ahí, Gelatina es una canción muy especial para mí, Pistola de Balín en su época fue muy especial para mí, Ballenas igual. Mi disco solista tiene mucho contenido de mi propia vida, más que cualquier otra canción que haya escrito.
MFG: ¿Te sientes más libre con este proyecto en solitario?
MS: Actualmente es lo que más libre me hace sentir, porque siento que la Tri tiene una dirección en la que todos somos parte y todos tenemos una voz y una opinión de hacia dónde tiene que dirigir la cosa, Da Pawn también, y Da Pawn es una banda con personalidades bastante sensibles, y actualmente lo que yo necesitaba era decir: yo me siento así, yo quiero hacer estas canciones, y las voy a hacer por mis propios medios. Es lo que yo necesitaba ahorita.
MFG: Lo que no pudo ser, lo que será: habías dicho, a finales del 2019, que el 2020 es all in. ¿Cuáles son las fichas de tu apuesta? ¿Qué se viene en este año para Mauro Samaniego?
MS: Nos vamos a ir a México, vamos a invertir en eso. Tal vez salgamos perdiendo, o tal vez no, pero es lo que hay que hacer. Con mi disco también, yo me llevo mi disco a México y voy a ver qué pasa. Con mi proyecto solista sí tengo la intención de entrar en un circuito más de cantautor, que me encantaría y aquí no existe. Aquí existen muchas de las bandas indie y una escena de electrónica súper fuerte pero no una escena de cantautor. Me encantaría encontrarla afuera y expandirme, explorar con mi proyecto algo distinto a lo de mis bandas, irme por otro lado. Con Da Pawn vamos a empezar a componer nueva música, que eventualmente será un nuevo disco.
MFG: ¿Cuál quisieras que sea tu legado para con la ciudad musicalmente?
MS: Mi obra. Creo mucho en dejar una obra que sea completamente honesta. Soy una persona que vive en un lugar específico, en un tiempo específico, y eso en algún punto va a ser valioso por sí mismo, más allá de quién sea o cómo me llame. El hecho de conocer cómo vivió una persona en los años veinte en un lugar te va a contar muchas cosas de ese lugar, y a la final eso es el arte. Es tan simple como eso. Yo creo en hacer una buena canción, creo en la individualidad, en que la vida individual de una persona vale mucho, y hay mucho que contar. Básicamente eso. Contar una historia en una obra, y dejar eso, porque eso es lo chévere del arte y de la música, que es infinito, que se queda. Uno se muere, pero eso se queda.